Del 29 de diciembre 2002 al 6 de enero de 2003.
Dicen
que, entre tantas separaciones posibles, el mundo se divide en dos
grandes grupos orientados cada uno a una visión filosófica
distinta.
Por un
lado están aquellos que creen en el destino, en que las cosas que
tienen que pasar van a pasar. Contrariamente a los deterministas
está el otro grupo, el de los libre-albedristas, los que sostienen
que las cosas pasan por lo que uno hace para que pasen o
no.Personalmente nos
acercamos mucho más al segundo grupo, pero esta vez nuestra
experiencia en la montaña nos hace sospechar de alguna mínima
equivocación. Y tal vez sea cierto que hay cosas que tienen que
pasar... y pasan.
Nuestra cumbre en
El Plata, quizás, sea un ejemplo.
Las Veguitas
Arribo
La
idea era realizar una travesía por la provincia de San Luis, e
intentar meternos bajo tierra en unas minas abandonadas. Terminamos
nuestras vacaciones, aceptando la invitación enviada por Gabriel al
grupo, 6.000 mts más arriba de lo pensado.
Salimos, mal dormidos, desde Bs. As
el sábado 28 de Enero a eso de las 4 de la tarde. 16 hs después
llegó el micro a la ciudad de Mendoza.
La hora de
retraso nos costó perder la combinación local, y nos metió de lleno
en el primer problema ¿Cómo llegar a Las Veguitas?
Las opciones que
hay para acceder a este primer campamento (ubicado unos kilómetros
después del centro de ski de Vallecitos) no son muchas. Obviamente
la mejor es ir con vehículo propio (que se puede dejar estacionado
en el centro de ski) pero para los que no lo poseemos nos quedan
sólo un par de alternativas: contratar un servicio de combi, la
opciòn más cómoda pero a la vez la más cara. O llegarse
hasta el cruce de la ruta que va a Vallecitos con la que se dirige a
La Vegas. Esta última
opción, por la que habíamos optado, implica caminar haciendo dedo
hasta el campamento, y hay que tener en cuenta algo que no sabíamos
muy bien... la distancia No es corta y muchos autos NO
pasan.
Otra de las
opciones (si se pierde el colectivo local, que sólo tiene un
servicio diario) es llegar hasta Potrerillos... y desde ahí rezar
para que alguien te lleve.
Por suerte
pudimos convencer al chofer de que no pare en esta ciudad y siga un
par de kilómetros su recorrido...
El segundo
problema que tuvimos fue, como ya dijimos, la distancia a recorrer
entre la parada del colectivo y el campamento.
Comenzamos a
caminar a las 15:00 hs, 20 minutos después alguien hizo caso a
nuestro dedo en el aire y nos levantó...la algarabía se diluyó a los
6 o 7 Km dónde nos dejaron nuevamente a merced de nuestros
pies.
La caminata nos
llevó toda la tarde, y si bien el paisaje es muy lindo y el camino
se hace siguiendo la ruta, fue bastante exigente.
Llegamos al
campamento, cansados, unos minutos después de las 20:00. La alegría
de haber llegado se veía empañada por no divisar ni a nuestro
compañero ni a su carpa (Gabriel nos esperaba ahí ya que había
llegado el día anterior) y supusimos... mil
variantes.
Lo vimos a los 5
minutos, acercándose a ver quién llegaba, que por suerte éramos
nosotros.
Campamento
El campamento Las Veguitas es el primero en el que uno puede
optar para acampar, se encuentra a unas 2hs de caminata desde el
Centro de ski de Vallecitos. Paisajísticamente es uno de los
campamentos más lindos que tuvimos la oportunidad de ver y
disfrutar, está cubierto por la vegetación y bordeado por ríos, lo
cual garantiza la obtención del agua sin muchas complicaciones. Debido a no estar emplazado
a gran altura (2900 msnm) no hay vientos muy fuertes y las
temperaturas no suelen ser
muy bajas. Por estas mismas razones (y en estas mismas condiciones)
el equipo necesario para acampar en Las Veguitas no necesita ser muy
técnico.
Desde aquí ya se
divisan dos de los cerros más importantes del cordón montañoso: El
Vallecitos y El Plata. Y pueden realizarse salidas hacia algunos de
menor altura (San Bernardo, La Cadenita, etc.).
Nuestra experiencia
Esa noche fue algo accidentada para uno de nosotros dos.
Minutos después de haber comido (segundos, mejor dicho) Marcelo
salió apresuradamente hacia la zona de los baños... y
vomitó.
De esta manera le
dimos nuestro bautismo al campamento.
Si bien Gabriel
había llevado nuestra carpa, con capacidad para 4 personas, nosotros
llevamos (luego de una eterna duda sobre si hacerlo o dejarla en Bs.
As) una carpa prestada por nuestro amigo Jorge (Manolo) con
capacidad para dos.
El cansancio de
la primer noche logró que la carpa chica quedara sin armar (la cual,
increíblemente, socorrería a dos montañistas que volvían al
campamento de Piedra Grande, y a los que sorprendió la noche) Al día
siguiente decidimos compartir una sola carpa y usar la otra como
depósito, lo que nos otorgó una cuota de comodidad
extra.
Nuestro primer
amanecer fue con niebla, como el resto de los amaneceres, y lo
dedicamos a hacer un recorrido por la zona del campamento, buscando
una ruta para el Pico Frankes.
El segundo día (31/1) no mejoró, de
igual manera salimos dispuestos a intentar el este cerro.
Desde ya habíamos
elegido el día y la montaña equivocada, ya que sumándose a la casi
nula visibilidad estaba el hecho de ser este pico muy exigente, y
muy alejado del campamento. Unas horas
después de haber partido decidimos volver, previo almuerzo en unos
riscos de la montaña.
La vuelta al
campamento no fue fácil, veíamos realmente poco y bajamos por un
lugar un tanto alejado al que habíamos usado para subir y esto nos
desorientó bastante, cuando logramos divisar un fierro que habíamos
clavado el día anterior para señalizar nuestro cruce por el
río.
Igualmente
seguíamos perdidos. Habremos pasado dos o tres veces por los
alrededores de la carpa sin verla, y cuando creímos encontrar el
camino se nos apareció una caída de agua que motivo un sutil
comentario de Marcelo “¡Y esto de dónde salió!”
Una de las primeras frases que
guardamos como recuerdo.
Minutos después,
al mismo tiempo en que corroboraba por qué las carpas de alta
montaña son generalmente amarillas, veíamos la Outside de Ariel, un
cordobés que acampaba detrás nuestro y con quien entablamos una muy
linda relación.
Nuestro primer
intento de cumbre quedó deshecho, pero igualmente nos dejó un saldo
positivo. Mantuvimos una comunicación excelente entre los tres,
consultándonos permanentemente en todas las decisiones, y llevamos
un ritmo parejo.
Aparte nos
divertimos, que al fin y al cabo es lo que más nos
importa.
La noche de año
nuevo estaba ya cerca pero no había mucho resto para esperarla. Tras
comer temprano nos fuimos a la carpa, habiéndonos citado para diez
minutos antes de la media noche con Ariel, y con Facundo y
Paola, pareja que
acampaba cerca nuestro.
Diez minutos
antes del brindis logramos despertarnos, pero nos encontramos solos.
Caminamos en dirección a unas luces que resultó ser un hermoso fogón
preparado por una familia de la zona y recibimos el año junto a
ellos, mientras veíamos (algo se dejó ver) las luces de Potrerillos
y las zonas del Gran Mendoza.
Compartimos un
exquisito café ecuatoriano (dos de las mujeres eran oriundas de
allí) y brindamos con un Champagne que fue aportado por
Claudia.
12:20 se
terminaron los festejos.
Piedra Grande
El
próximo lugar al que nos dirigimos a acampar es el denominado
campamento “Piedra Grande” lugar que recibe este nombre por una
inmensa roca que sobresale de una ladera cercana. El camino se hace
por senda bien marcada y tardamos no más de dos horas en
llegar.
Creemos necesario
aclarar que no son estos lo únicos lugares dónde se puede acampar,
es más, uno puede hacerlo dónde le entren ganas o lo crea más
conveniente. Sin embargo estos son los campamentos habituales por
quienes concurren a esta zona, y a veces es mejor no improvisar. Así
que siguiendo las sugerencias de Gabriel, quien ya había estado dos
veces antes, armamos las carpas allí.
Campamento
Piedra
Grande está a 3.400 msnm, aquí el paisaje comienza a variar,
haciéndose más árido (sabemos, sin embargo, que nos tocó un año con
bastante vegetación, lo que hace más amena la estadía) el verde le
va dejando paso a las piedras y los cerros “grandes” comienzan a
verse más cerca.
La obtención de
agua se hace más dificultosa, ya que el río corre a unos cuantos
metros de distancia del campamento y cada
viaje... cansa.
La altura aquí ya
puede comenzarse a sentir, por lo que es importante (aparte de la
consabida hidratación) llegar bien aclimatados desde Las
Veguitas.
También las
noches son más frías, sin llegar a ser bajo cero.
Piedra Grande es
muy buena opción para no llegarse directamente a El Salto e intentar
algunos cerros que rondan los 4.000 msnm. Como ser el Adolfo Calle o
el Stephanek. Que pueden servir tanto como objetivo final o como
aclimatación previa a algún otro cerro de más
altura.
Nuestra experiencia
A Piedra
Grande llegamos el 1/1 a la tarde, ese día lo dedicamos a descansar,
hidratar, armar las carpas... en fin, a la
vagancia.
Junto con
nosotros venía Ariel Ferreira, con quien ya teníamos una muy buena
relación, y entre los cuatro pensamos intentar el cerro Stephanek al
otro día.
Nos levantamos
(sin inventar nada nuevo) temprano, desayunamos y emprendimos el
ascenso.
Intentamos una
variante para evitar un largo acarreo que lleva al lugar denominado
“La canchita de fútbol” una planicie que divide los cerros Calle y
Stephanek, pero nuestra variante no dio los resultados previstos...
o sí, ya que suponíamos que nos íbamos a perder y eso
pasó.
Tras unos tramos
en los que tuvimos que apelar a lo que llaman “escalada integral” y
que nosotros conocíamos como “Gateo desesperado” nos encontramos con
un pasaje que se nos hacía realmente muy difícil.
Resolvimos
volver, pero no abandonar. Así que intentamos alcanzar el último
tramo del acarreo.
Cansados y algo
desmoralizados por el esfuerzo inútil tomamos la ruta “normal” y
pudimos llegar hasta la canchita.
Allí dejamos las
mochilas, descansamos un par de minutos, y emprendimos el ascenso
final a la cumbre del Stephanek (elegimos este cerro en lugar del
Calle porque Gabriel ya lo había hecho).
A la cabeza se
puso Ariel, que demostró saber mucho de montaña, y a la hora
escuchamos el grito de haber encontrado la cumbre... o eso
suponía
Cumbre en el Stephanek
Las cotas
oficiales que entrega el Centro de ski Vallecitos le otorgan a este
cerro 4.200 msnm, pero en la cumbre no hay nada que lo testifique.
Lo único que pudimos encontrar fue una caña atascada entre las
últimas piedras que indicaba la cima.
Tras la alegría
llegó la duda ¿es acá? ¿Es éste el cerro? ¿No es más allá? ¿No es
ese pico que se ve ahí? No encontramos testimonio alguno, y en el
nuestro pusimos “Suponemos haber llegado al
Stephanek”.
El día que nos
había tocado (2/1) era pésimo, con niebla y llovizna, lo que traía
aparejado que desde la cumbre no se divisara absolutamente
nada.
Nos quedamos el
tiempo suficiente para la foto (que fue algo más extenso que lo que
planeamos, ya que Ariel no la embocaba con el disparador automático
de su cámara, lo que nos obligaba posar minutos enteros sin
que la foto salga) y bajamos.
Bajar por el
acarreo es una de las experiencias que más nos gusta. Se está
expuesto a muchos golpes (recibimos unos cuantos) pero ahorra
tiempo, esfuerzo... y es divertido.
Ariel llegó unos
cuantos minutos antes y con los gritos nos iba orientando, ya que
realmente se seguía viendo muy poco.
Esa noche
dormimos cansados pero tranquilos, no nos íbamos a volver con las
manos vacías.
El Salto
Con una muy buena aclimatación (Gabriel se encargó de
planificar este tema) ya que no tuvimos ningún síntoma contrario,
decidimos subir hasta el último campamento.
El viaje nos
llevó 5 horas, y el clima acompañó mejorando un
poco.
Pasamos sin
inconvenientes el sector denominado el infiernillo y llegados al
último tramo de la senda tuvimos que optar por seguirla o cortar
camino por una cornisa, los 4 (Ariel seguía con nosotros) decidimos
la opción menos arriesgada, el camino de cornisa realmente se veía
muy expuesto y mojado. Mejor dicho NO se veía.
Campamento
El
salto es verdaderamente un campamento de altura, ya que se encuentra
ubicado sobre los 4.000 msnm (4.150 msnm según la información del
Centro de ski).
Por este motivo
es frecuente comenzar a sentir algunos dolores de cabeza, insomnio,
u otro síntoma de la mala adaptación o la no-adaptación a la
altura.
Desde este año se
encuentra instalada una carpa-refugio perteneciente al Centro de ski
y Montaña Vallecitos en la cual se ofrecen servicios de comidas y estadía, aunque no se
puede pernoctar en ella (¡¿Quién lo haría con esos precios?!)
Durante nuestra estadía estuvo a cargo del refugio Nacho, un chico
de la zona del Bolsón que está estudiando la carrera de guía de
trekking, quién resultó ser una persona muy
agradable.
En este
campamento dominan la vista los cerros El Plata, Vallecitos y
Rincón; y aparte de estos se puede intentar el Lomas Amarillas(5100
msnm).
No es este el
lugar más alto dónde se pueda acampar, ya que es posible (pero no
tan frecuente) que se acampe en La Hoyada (una depresión ubicada a
una hora de caminata) sin embargo suele ser El Salto el lugar dónde
se constituye el campamento base para acceder a las máximas
alturas.
El frío es mayor,
y a la noche se hace sentir. Otro de los inconvenientes es el
viento, que sopla con fuerza moviendo las carpas más
altas.
Acampamos al lado
de un nevé, el cual tuvimos que cruzar frecuentemente para ir al
sector de los baños. Bajo ese mismo hielo corre un arroyo del cual
es posible obtener agua... muy muy fría (vimos a alguien con guantes
de goma recogiendo agua y lavando platos, y realmente no nos pareció
una mala idea para la próxima vez). El agua no está a gran
distancia, como en Piedra Grande, pero sí en un sector que por estar
en desnivel complica la llegada.
Nuestra experiencia
Arribamos
a las 16:00 hs y ese día (luego de las tareas de armado) realizamos
una pequeña caminata por los alrededores. Hicimos un primer intento
a La Hoyada, que se vio frustrado a la media hora por una tormenta
que amenazaba con desatarse (cosa que, por suerte, no sucedió) el
resto del día, que no era mucho, lo dedicamos a sacarle fotos a un
zorrito lugareño (del que hay que cuidar la comida) jugar a las
cartas dentro de la carpa, reírnos, comer y
dormir.
La carpa se movía
bastante durante la noche y en una excursión al baño vimos una
tormenta eléctrica que nos previno de poner bastones, piquetas y
crampones lejos de la misma.
Ese día
comenzaron las grandes expectativas...
La idea de
Gabriel era intentar el cerro El Plata, la nuestra la de convencerlo
para ir al Vallecitos, ya que nos parecía menos arriesgado y con más
posibilidades de lograr la cumbre.
Al igual que con
la experiencia en el Frankes y en el Stephanek logramos ponernos de
acuerdo y decidir entre todos lo que sería mejor.
Decisión final:
el 5 de Enero saldríamos a intentar la cumbre al cerro Vallecitos
(que ronda los 5.500 msnm).
El segundo día de
estadía en el campamento logramos llegar hasta La Hoyada, lo que nos
sirvió para ir aclimatando. Es un trekking fácil, sólo exigente por
la altura y por una subida pronunciada metros antes de llegar.
Comentan que este es un lugar dónde la presión es más baja y que por
eso es normal sentir los efectos de la misma. Por suerte este
problema no lo tuvimos.
La noche comenzó
temprano y se hizo larga. El viento, el frío, las ganas de salir a
orinar (producto de los 4 lts de agua diarios) y las ganas de
quedarse en la carpa confabulaban para lograr que la noche no
resultara tranquila. Esto sumado, nunca falla, a los ronquidos de
nuestro compañero de carpa.
4:30 AM sonó el
despertador y sonaron los gritos de un grupo de 20 personas que
habíamos conocido el día anterior y con quienes compartiríamos el
camino al Plata ya al Vallecitos.
A las 5:00 AM ya
teníamos todo listo, desayunamos un termo con sopa, preparamos las
mochilas con comida y agua, nos pusimos todo el abrigo y nos
aprestamos para la salida.
El inconveniente
en la ciudad de Mendoza era dónde bañarnos (ni hablar de pagar un
hotel) conseguimos nuestros pasajes y por suerte conseguimos duchas,
ya que la terminal de ómnibus cuenta con ellas (salen $3 y te dan
jabón y toalla).
A las 18:30 nos
separamos en la terminal y quedamos en juntarnos a las 20:00
nuevamente. Gabriel tenía hotel reservado (con conexión gratis a
Internet!) Y nosotros teníamos que hacer tiempo hasta la salida del
micro.
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