Cordón del Plata

 

AUTOR: Marcelo y Claudia

LUGAR: Cordón del Plata
PROVINCIA/PAIS:
Mendoza, Argentina
FECHA:
Enero 2003

 

 

Del 29 de diciembre 2002 al  6 de enero de 2003.

Dicen que, entre tantas separaciones posibles, el mundo se divide en dos grandes grupos orientados cada uno a una visión filosófica distinta.

Por un lado están aquellos que creen en el destino, en que las cosas que tienen que pasar van a pasar. Contrariamente a los deterministas está el otro grupo, el de los libre-albedristas, los que sostienen que las cosas pasan por lo que uno hace para que pasen o no.Personalmente nos acercamos mucho más al segundo grupo, pero esta vez nuestra experiencia en la montaña nos hace sospechar de alguna mínima equivocación. Y tal vez sea cierto que hay cosas que tienen que pasar... y pasan.

Nuestra cumbre en El Plata, quizás, sea un ejemplo. 

Las Veguitas

Arribo 

La idea era realizar una travesía por la provincia de San Luis, e intentar meternos bajo tierra en unas minas abandonadas. Terminamos nuestras vacaciones, aceptando la invitación enviada por Gabriel al grupo, 6.000 mts más arriba de lo pensado.

Salimos, mal dormidos, desde Bs. As el sábado 28 de Enero a eso de las 4 de la tarde. 16 hs después llegó el micro a la ciudad de Mendoza.

La hora de retraso nos costó perder la combinación local, y nos metió de lleno en el primer problema ¿Cómo llegar a Las Veguitas?

Las opciones que hay para acceder a este primer campamento (ubicado unos kilómetros después del centro de ski de Vallecitos) no son muchas. Obviamente la mejor es ir con vehículo propio (que se puede dejar estacionado en el centro de ski) pero para los que no lo poseemos nos quedan sólo un par de alternativas: contratar un servicio de combi, la opciòn más cómoda pero a la vez la más cara[1]. O llegarse hasta el cruce de la ruta que va a Vallecitos con la que se dirige a La Vegas[2]. Esta última opción, por la que habíamos optado, implica caminar haciendo dedo hasta el campamento, y hay que tener en cuenta algo que no sabíamos muy bien... la distancia No es corta y muchos autos NO pasan.

Otra de las opciones (si se pierde el colectivo local, que sólo tiene un servicio diario) es llegar hasta Potrerillos... y desde ahí rezar para que alguien te lleve.

Por suerte pudimos convencer al chofer de que no pare en esta ciudad y siga un par de kilómetros su recorrido...

El segundo problema que tuvimos fue, como ya dijimos, la distancia a recorrer entre la parada del colectivo y el campamento.

Comenzamos a caminar a las 15:00 hs, 20 minutos después alguien hizo caso a nuestro dedo en el aire y nos levantó...la algarabía se diluyó a los 6 o 7 Km dónde nos dejaron nuevamente a merced de nuestros pies.

La caminata nos llevó toda la tarde, y si bien el paisaje es muy lindo y el camino se hace siguiendo la ruta, fue bastante exigente.

Llegamos al campamento, cansados, unos minutos después de las 20:00. La alegría de haber llegado se veía empañada por no divisar ni a nuestro compañero ni a su carpa (Gabriel nos esperaba ahí ya que había llegado el día anterior) y supusimos... mil variantes.

Lo vimos a los 5 minutos, acercándose a ver quién llegaba, que por suerte éramos nosotros.

  Campamento

El campamento Las Veguitas es el primero en el que uno puede optar para acampar, se encuentra a unas 2hs de caminata[3] desde el Centro de ski de Vallecitos. Paisajísticamente es uno de los campamentos más lindos que tuvimos la oportunidad de ver y disfrutar, está cubierto por la vegetación y bordeado por ríos, lo cual garantiza la obtención del agua sin muchas complicaciones.  Debido a no estar emplazado a gran altura (2900 msnm) no hay vientos muy fuertes y las temperaturas[4] no suelen ser muy bajas. Por estas mismas razones (y en estas mismas condiciones) el equipo necesario para acampar en Las Veguitas no necesita ser muy técnico.[5]

Desde aquí ya se divisan dos de los cerros más importantes del cordón montañoso: El Vallecitos y El Plata. Y pueden realizarse salidas hacia algunos de menor altura (San Bernardo, La Cadenita, etc.).

Nuestra experiencia

Esa noche fue algo accidentada para uno de nosotros dos. Minutos después de haber comido (segundos, mejor dicho) Marcelo salió apresuradamente hacia la zona de los baños... y vomitó.

 De esta manera le dimos nuestro bautismo al campamento.

 Si bien Gabriel había llevado nuestra carpa, con capacidad para 4 personas, nosotros llevamos (luego de una eterna duda sobre si hacerlo o dejarla en Bs. As) una carpa prestada por nuestro amigo Jorge (Manolo) con capacidad para dos.

El cansancio de la primer noche logró que la carpa chica quedara sin armar (la cual, increíblemente, socorrería a dos montañistas que volvían al campamento de Piedra Grande, y a los que sorprendió la noche) Al día siguiente decidimos compartir una sola carpa y usar la otra como depósito, lo que nos otorgó una cuota de comodidad extra.

Nuestro primer amanecer fue con niebla, como el resto de los amaneceres, y lo dedicamos a hacer un recorrido por la zona del campamento, buscando una ruta para el Pico Frankes.

El segundo día (31/1) no mejoró, de igual manera salimos dispuestos a intentar el este cerro.

Desde ya habíamos elegido el día y la montaña equivocada, ya que sumándose a la casi nula visibilidad estaba el hecho de ser este pico muy exigente, y muy alejado del campamento[6]. Unas horas después de haber partido decidimos volver, previo almuerzo en unos riscos de la montaña.

La vuelta al campamento no fue fácil, veíamos realmente poco y bajamos por un lugar un tanto alejado al que habíamos usado para subir y esto nos desorientó bastante, cuando logramos divisar un fierro que habíamos clavado el día anterior para señalizar nuestro cruce por el río.

 Igualmente seguíamos perdidos. Habremos pasado dos o tres veces por los alrededores de la carpa sin verla, y cuando creímos encontrar el camino se nos apareció una caída de agua que motivo un sutil comentario de Marcelo “¡Y esto de dónde salió!”

Una de las primeras frases que guardamos como recuerdo.

Minutos después, al mismo tiempo en que corroboraba por qué las carpas de alta montaña son generalmente amarillas, veíamos la Outside de Ariel, un cordobés que acampaba detrás nuestro y con quien entablamos una muy linda relación.

Nuestro primer intento de cumbre quedó deshecho, pero igualmente nos dejó un saldo positivo. Mantuvimos una comunicación excelente entre los tres, consultándonos permanentemente en todas las decisiones, y llevamos un ritmo parejo.

Aparte nos divertimos, que al fin y al cabo es lo que más nos importa.

La noche de año nuevo estaba ya cerca pero no había mucho resto para esperarla. Tras comer temprano nos fuimos a la carpa, habiéndonos citado para diez minutos antes de la media noche con Ariel, y con Facundo y Paola,  pareja que acampaba cerca nuestro.

Diez minutos antes del brindis logramos despertarnos, pero nos encontramos solos. Caminamos en dirección a unas luces que resultó ser un hermoso fogón preparado por una familia de la zona y recibimos el año junto a ellos, mientras veíamos (algo se dejó ver) las luces de Potrerillos y las zonas del Gran Mendoza.

Compartimos un exquisito café ecuatoriano (dos de las mujeres eran oriundas de allí) y brindamos con un Champagne que fue aportado por Claudia.

12:20 se terminaron los festejos.

Piedra Grande

El próximo lugar al que nos dirigimos a acampar es el denominado campamento “Piedra Grande” lugar que recibe este nombre por una inmensa roca que sobresale de una ladera cercana. El camino se hace por senda bien marcada y tardamos no más de dos horas en llegar.

Creemos necesario aclarar que no son estos lo únicos lugares dónde se puede acampar, es más, uno puede hacerlo dónde le entren ganas o lo crea más conveniente. Sin embargo estos son los campamentos habituales por quienes concurren a esta zona, y a veces es mejor no improvisar. Así que siguiendo las sugerencias de Gabriel, quien ya había estado dos veces antes, armamos las carpas allí.

Campamento

Piedra Grande está a 3.400 msnm, aquí el paisaje comienza a variar, haciéndose más árido (sabemos, sin embargo, que nos tocó un año con bastante vegetación, lo que hace más amena la estadía) el verde le va dejando paso a las piedras y los cerros “grandes” comienzan a verse más cerca.

La obtención de agua se hace más dificultosa, ya que el río corre a unos cuantos metros de distancia del campamento[7] y cada viaje... cansa.

La altura aquí ya puede comenzarse a sentir, por lo que es importante (aparte de la consabida hidratación) llegar bien aclimatados desde Las Veguitas.

También las noches son más frías, sin llegar a ser bajo cero.

Piedra Grande es muy buena opción para no llegarse directamente a El Salto e intentar algunos cerros que rondan los 4.000 msnm. Como ser el Adolfo Calle o el Stephanek. Que pueden servir tanto como objetivo final o como aclimatación previa a algún otro cerro de más altura.

Nuestra experiencia

A Piedra Grande llegamos el 1/1 a la tarde, ese día lo dedicamos a descansar, hidratar, armar las carpas... en fin, a la vagancia.

Junto con nosotros venía Ariel Ferreira, con quien ya teníamos una muy buena relación, y entre los cuatro pensamos intentar el cerro Stephanek al otro día.

Nos levantamos (sin inventar nada nuevo) temprano, desayunamos y emprendimos el ascenso.

Intentamos una variante para evitar un largo acarreo que lleva al lugar denominado “La canchita de fútbol” una planicie que divide los cerros Calle y Stephanek, pero nuestra variante no dio los resultados previstos... o sí, ya que suponíamos que nos íbamos a perder y eso pasó.

Tras unos tramos en los que tuvimos que apelar a lo que llaman “escalada integral” y que nosotros conocíamos como “Gateo desesperado” nos encontramos con un pasaje que se nos hacía realmente muy difícil.

Resolvimos volver, pero no abandonar. Así que intentamos alcanzar el último tramo del acarreo.

Cansados y algo desmoralizados por el esfuerzo inútil tomamos la ruta “normal” y pudimos llegar hasta la canchita.

Allí dejamos las mochilas, descansamos un par de minutos, y emprendimos el ascenso final a la cumbre del Stephanek (elegimos este cerro en lugar del Calle porque Gabriel ya lo había hecho).

            A la cabeza se puso Ariel, que demostró saber mucho de montaña, y a la hora escuchamos el grito de haber encontrado la cumbre... o eso suponía

Cumbre en el Stephanek

Las cotas oficiales que entrega el Centro de ski Vallecitos le otorgan a este cerro 4.200 msnm, pero en la cumbre no hay nada que lo testifique. Lo único que pudimos encontrar fue una caña atascada entre las últimas piedras que indicaba la cima.

Tras la alegría llegó la duda ¿es acá? ¿Es éste el cerro? ¿No es más allá? ¿No es ese pico que se ve ahí? No encontramos testimonio alguno, y en el nuestro pusimos “Suponemos haber llegado al Stephanek”.

 El día que nos había tocado (2/1) era pésimo, con niebla y llovizna, lo que traía aparejado que desde la cumbre no se divisara absolutamente nada.

Nos quedamos el tiempo suficiente para la foto (que fue algo más extenso que lo que planeamos, ya que Ariel no la embocaba con el disparador automático de su cámara, lo que nos obligaba  posar minutos enteros sin que la foto salga) y bajamos.

Bajar por el acarreo es una de las experiencias que más nos gusta. Se está expuesto a muchos golpes (recibimos unos cuantos) pero ahorra tiempo, esfuerzo... y es divertido.

Ariel llegó unos cuantos minutos antes y con los gritos nos iba orientando, ya que realmente se seguía viendo muy poco.

Esa noche dormimos cansados pero tranquilos, no nos íbamos a volver con las manos vacías.

El Salto

Con una muy buena aclimatación (Gabriel se encargó de planificar este tema) ya que no tuvimos ningún síntoma contrario, decidimos subir hasta el último campamento.

 El viaje nos llevó 5 horas, y el clima acompañó mejorando un poco.

Pasamos sin inconvenientes el sector denominado el infiernillo y llegados al último tramo de la senda tuvimos que optar por seguirla o cortar camino por una cornisa, los 4 (Ariel seguía con nosotros) decidimos la opción menos arriesgada, el camino de cornisa realmente se veía muy expuesto y mojado. Mejor dicho NO se veía.

  Campamento

 El salto es verdaderamente un campamento de altura, ya que se encuentra ubicado sobre los 4.000 msnm (4.150 msnm según la información del Centro de ski).

 Por este motivo es frecuente comenzar a sentir algunos dolores de cabeza, insomnio, u otro síntoma de la mala adaptación o la no-adaptación a la altura.

Desde este año se encuentra instalada una carpa-refugio perteneciente al Centro de ski y Montaña Vallecitos en la cual se ofrecen servicios de comidas  y estadía, aunque no se puede pernoctar en ella (¡¿Quién lo haría con esos precios?!) Durante nuestra estadía estuvo a cargo del refugio Nacho, un chico de la zona del Bolsón que está estudiando la carrera de guía de trekking, quién resultó ser una persona muy agradable.

En este campamento dominan la vista los cerros El Plata, Vallecitos y Rincón; y aparte de estos se puede intentar el Lomas Amarillas(5100 msnm).

No es este el lugar más alto dónde se pueda acampar, ya que es posible (pero no tan frecuente) que se acampe en La Hoyada (una depresión ubicada a una hora de caminata) sin embargo suele ser El Salto el lugar dónde se constituye el campamento base para acceder a las máximas alturas.

El frío es mayor, y a la noche se hace sentir. Otro de los inconvenientes es el viento, que sopla con fuerza moviendo las carpas más altas.

Acampamos al lado de un nevé, el cual tuvimos que cruzar frecuentemente para ir al sector de los baños. Bajo ese mismo hielo corre un arroyo del cual es posible obtener agua... muy muy fría (vimos a alguien con guantes de goma recogiendo agua y lavando platos, y realmente no nos pareció una mala idea para la próxima vez). El agua no está a gran distancia, como en Piedra Grande, pero sí en un sector que por estar en desnivel complica la llegada.

Nuestra experiencia

Arribamos a las 16:00 hs y ese día (luego de las tareas de armado) realizamos una pequeña caminata por los alrededores. Hicimos un primer intento a La Hoyada, que se vio frustrado a la media hora por una tormenta que amenazaba con desatarse (cosa que, por suerte, no sucedió) el resto del día, que no era mucho, lo dedicamos a sacarle fotos a un zorrito lugareño (del que hay que cuidar la comida) jugar a las cartas dentro de la carpa, reírnos, comer y dormir.

La carpa se movía bastante durante la noche y en una excursión al baño vimos una tormenta eléctrica que nos previno de poner bastones, piquetas y crampones lejos de la misma.

Ese día comenzaron las grandes expectativas...

La idea de Gabriel era intentar el cerro El Plata, la nuestra la de convencerlo para ir al Vallecitos, ya que nos parecía menos arriesgado y con más posibilidades de lograr la cumbre.

Al igual que con la experiencia en el Frankes y en el Stephanek logramos ponernos de acuerdo y decidir entre todos lo que sería mejor.

Decisión final: el 5 de Enero saldríamos a intentar la cumbre al cerro Vallecitos (que ronda los 5.500 msnm).

El segundo día de estadía en el campamento logramos llegar hasta La Hoyada, lo que nos sirvió para ir aclimatando. Es un trekking fácil, sólo exigente por la altura y por una subida pronunciada metros antes de llegar. Comentan que este es un lugar dónde la presión es más baja y que por eso es normal sentir los efectos de la misma. Por suerte este problema no lo tuvimos.

La noche comenzó temprano y se hizo larga. El viento, el frío, las ganas de salir a orinar (producto de los 4 lts de agua diarios) y las ganas de quedarse en la carpa confabulaban para lograr que la noche no resultara tranquila. Esto sumado, nunca falla, a los ronquidos de nuestro compañero de carpa.

4:30 AM sonó el despertador y sonaron los gritos de un grupo de 20 personas que habíamos conocido el día anterior y con quienes compartiríamos el camino al Plata ya al Vallecitos.[8]

 A las 5:00 AM ya teníamos todo listo, desayunamos un termo con sopa, preparamos las mochilas con comida y agua, nos pusimos todo el abrigo y nos aprestamos para la salida.

El inconveniente en la ciudad de Mendoza era dónde bañarnos (ni hablar de pagar un hotel) conseguimos nuestros pasajes y por suerte conseguimos duchas, ya que la terminal de ómnibus cuenta con ellas (salen $3 y te dan jabón y toalla).

A las 18:30 nos separamos en la terminal y quedamos en juntarnos a las 20:00 nuevamente. Gabriel tenía hotel reservado (con conexión gratis a Internet!) Y nosotros teníamos que hacer tiempo hasta la salida del micro.

           

 

La despedida fue con una picada en la terminal, barata y rica, y con abrazos y risas.

Las mismas que repetimos todos los días que estuvimos compartiendo la montaña.

De vuelta a casa

Al día siguiente emprendimos el regreso, a las 10:45, aunque no sabíamos a dónde. Los planes estaban entre bajar a Potrerillos para hacer uso de un camping (mejor dicho de sus duchas, ya que la única cuota de higiene la obtuvimos de unas toallitas húmedas) o de parar en algún refugio intermedio y al otro día seguir bajando.

Nos cruzamos con Ariel, que retornaba al Salto con sus amigos a los que fue a buscar, recogimos la carpa chica que habíamos dejado armada en Piedra Grande con las cosas que no eran tan necesarias, y en Las Veguitas nos encontramos con dos compañeros de un curso de socorrismo de Gabriel, con tábanos y... con sol, el cual era una de las pocas veces que veíamos.

Llegamos hasta las pistas de ski y el disenso era si seguir bajando a pie o contratar un servicio.

El traslado desde las pistas de ski hasta la parada del colectivo sale entre $30 y $40 pesos, lo que hacía un mínimo de $10 por cabeza... mucho para nosotros (que si no habíamos pagado para subir menos queríamos pagar para bajar) INCREIBLEMENTE Gabriel encontró un servicio que cobraba $5 hasta Mendoza, si se completaban los lugares. Quedaban tres que nos apresuramos a ocupar.

Pisar la cumbre

 El grito fue entre alegre y desesperado y fue a las 15:30. “Está acá, la hija de puta está acá” nos abrazamos los dos aún antes de llegar y alentábamos a los que venían atrás (los dos más adelantados del grupo que nos acompañaba) a seguir.

 Lo primero y lo poco que se ve de la cumbre es un pedazo de nieve y una cruz naranja. Esta cruz no marca la cumbre en sí sino que está puesta en honor a las dos personas que se mataron en el helicóptero antes mencionado.

 Hay una vara de hierro que marca la cima y dos cruces dónde están los datos del cerro (esta vez sí pudimos cerciorarnos de que era el cerro que pensábamos) en las cruces hay unos compartimentos estancos dónde dejar los testimonios, allí dejamos el nuestro con dedicatorias y agradecimientos y nos dimos un gusto muy grande al dejar la bandera del grupo de recuerdo en esa cumbre.

 Tras las fotos de rigor nos quedamos esperando a los últimos que llegaban, lo que retrasó nuestra hora de descenso. Desde arriba aprovechábamos para admirar la cordillera casi en pleno. El Aconcagua (que nos acompañó gran parte del camino) y el Tupungato fueron dos de los cerros que pudimos reconocer.

 Nos volvimos a las 16:30 ayudando a Gabriel (otro Gabriel que se sentía mal y tuvo el buen criterio de bajar rápido). La bajada es larga y cansadora, tanto como la subida. Las ansias de llegar nunca se ven satisfechas y el camino se alarga haciéndose interminable.

 Recién 20:30 pudimos poner pié en el campamento, al mismo tiempo en que varios de los que se habían vuelto (entre ellos Gabriel) salían a buscar a dos personas que tras la cumbre habían sufrido un supuesto mal de altura.

 El festejo, tras la imprevista cumbre lograda, fue compartiendo un lomito en el refugio, el lomito más caro pero más delicioso que comimos nunca. 

Cumbre en El Plata
(o cómo lograr algo sin proponérselo)

 5:30 fue la hora de salida, todos en fila y con nuestras linternas frontales encendidas comenzamos por lo más difícil: la búsqueda de la senda.

 El paso era lento ya que la única luz que teníamos era la que nos proporcionaban nuestras linternas, y no todos llevábamos una. Hicimos una primer parada (todavía a oscuras) para cargar agua en el último arroyo cercano que nos cruzaríamos. Meter las manos en el agua a esa hora no es aconsejable, pero menos aconsejable es hacer todo el ascenso sin una gota de agua.

 A la cabeza, durante el primer tramo hasta La Hoyada, iba Gabriel. A partir de ahí tomó la guiada Ernesto (una de las personas del otro grupo, que conocía la zona). Llegamos al primer portezuelo, el que divide los caminos al Lomas Amarillas y al Plata / vallecitos) sin inconvenientes, sólo con el cansancio lógico que en algunos se hacía sentir más y en otros menos.

 Llegar hasta el segundo portezuelo (Vallecitos/El Plata) ya se hizo más complicado. El camino, si bien no tiene una gran pendiente, es largo y desmoralizador, tras pasar uno de los tantos nevés (contamos 4 entre el fin de La Hoyada y la cumbre del Plata) que no nos causó más problemas que un poco de frío y un poco de resbalones. Decidimos realizar una parada que se extendió más de lo previsto, y que aparte de para descansar sirvió para reunir al grupo que estaba medio disperso.

 Unos cuantos ya habían decidido abandonar. Nosotros, nuevamente, llegábamos más exigidos que lo normal por haber tomado otro camino, más corto pero más exigente. El respiro nos vino bien, de ahí en más no pararíamos hasta llegar al segundo portezuelo.

 Con llegar hasta los 5.000 mts del portezuelo nos sentimos realizados, y lo logramos. Ni bien pusimos un pié dónde los caminos se dividen nos dimos un abrazo en honor a JL Ortiz (El Gualeyo) a quién se lo habíamos prometido.

 La idea, como habíamos dicho, era intentar el Vallecitos; pero al ver que llegábamos en condiciones hasta allí, y recordando las ganas de nuestro compañero de ir al Plata decidimos darle el gusto (¡aparte todo el grupo iba para ese lado!) Le pegamos un grito a Gabriel y le hicimos señas hacia el lado de la cumbre del Plata.

 Al rato nos juntamos, repetimos el abrazo por JL entre los tres, y con toda la excitación a cuestas enfilamos para El Plata.

 Una vez montados en la senda el viento se hace mucho más fuerte, con el consiguiente descenso de la temperatura. Algunos pedían una parada para “almorzar” cosa que era realmente imposible. Juntándose al viento la altura comenzaba a hacerse sentir en toda sus manifestaciones. Algunos preferían parar cada tantos minutos, pero en lo personal eso nos afectaba, ya que en cada parada de más de un minuto nuestra cabeza nos empezaba a molestar, por suerte sin llegar en ningún momento al dolor.

Ernesto fue el que más sufrió los efectos de la altura, llegando a quedarse dormido. Esto hizo que nos quedemos sin “Guía” de ahí en más Claudia (la única mujer del grupo...) tomaría la delantera para marcar el paso y las paradas.

 Los pasos eran lentos, y la cima se veía realmente muy lejana (lo estaba) lo cual concluía en un efecto psicológico que no ayudaba al ascenso.

 Si bien la senda está perfectamente marcada hasta llegar a la cumbre no es este un paseo por una avenida; las piernas pesan, el aire falta, el viento golpea sin descanso, el frío se cuela por la suela de las zapatillas... y la cumbre está cada vez más lejos, o así parece.

 La última parada “grupal” dónde los que quedábamos nos juntamos la hicimos faltando una hora para la cumbre. Unos 45 minutos antes nos habíamos enterado que Gabriel ya no venía con nosotros y eso nos desmoralizó aún más. Su actitud de no avisarnos para no privarnos de la cumbre la valoramos mucho y decidimos seguir adelante.

 Insistimos con que llegamos hasta allí muy bien aclimatados, y que en ningún momento tuvimos más que molestias, el plan de adaptación de Gabriel estaba funcionando muy bien y eso era lo único positivo que podíamos rescatar. Por más que la senda era perfectamente visible no sabíamos a ciencia cierta dónde estaba la cumbre ni cuanto faltaba (por momentos llegamos a pensar que nos dirigíamos a la cumbre equivocada, a la del Falso Plata, por suerte no fue así) y por momentos el camino se dividía en varios brazos, que aunque llevaban al mismo lado confundían un poco.

 A las 15:00 hs,  nos encontramos los dos solos y bastante separados de los demás. Los gritos de Claudia les indicaban que senda tomar, tratando de que la separación no fuese mucha.

A esa misma hora nos pusimos un tope. A las 16:00 hs emprenderíamos el regreso así la cumbre estuviese a 20 metros. No queríamos, por nada del mundo, que nos atrape la noche fuera del campamento.

 Horas antes habíamos visto a un lado del camino algo que nos llamó la atención y que resultó ser la paleta de un helicóptero. Horas después encontrábamos el resto del vehículo estrellado en la montaña.

 Para el que conoce algo de la historia del lugar (lo cual es muy aconsejable en cualquier salida) esto es una clara señal de la cercanía de la cumbre. Para nosotros era una sorpresa y algo que nos desorientaba aún más (en el primer momento ni siquiera reconocimos que era un helicóptero y pensamos en un aparato para el clima o algo así).

 Desde el lugar en el que estábamos la cumbre ya no se veía, sólo una lomada a la cual decidimos subir y considerar nuestro punto final. “Si está ahí está ahí y si no me vuelvo” Marcelo dixit.

            Y por suerte ahí estaba...


Heidi

Datos Útiles

Equipamiento

El equipo que utilizamos para este viaje no es el más recomendable ya que nos faltaron muchas cosas que, de haber empeorado el clima, tal vez hubieramos necesitado. Sin embargo con lo que llevamos pudimos arreglarnos muy bien.

Claudia tuvo la suerte de que le prestaran tanto los bastones de trekking (no indispensables pero sí muy útiles) así como mitones, cubre mitones y una campera de Ultrex. Marcelo, que no poseía nada de esto, reemplazó los mitones por un par de guantes polar y la campera de Ultrex por...un rompevientos.

  El resto de nuestro abrigo era de tipo polar, llegando a usar, el día del ascenso, los tres buzos de que disponíamos (Claudia en realidad tenía dos) y hasta tres pares de medias (reemplazamos las medias de “Polipropileno” por medias tres cuartos de strech...y resultó bastante bien).

  Piquetas y Crampones no nos hicieron falta, ya que los nevés se podían cruzar sin inconvenientes. Tampoco zapatillas muy técnicas, nosotros usamos zapatillas de trekking comunes...y hasta vimos a alguien subiendo en zapatillas de calle.

Para cocinar usamos gas (butano/propano) y respondió muy bien, aún en el último campamento (igualmente la diferencia con otro tipo de calentadores es notable) y las carpas fueron dos de camping tipo iglú, una de 4 personas de Doite y una de 2 de Nikko (que llegó hasta Piedra Grande).

 Es importante, eso sí, llevar anteojos.

  En cuanto a las bolsas de dormir nosotros usamos las de Duvet (pluma de ganso). Una de un Kg, que respondió perfectamente, y una de 600grs que en el salto resultó algo insuficiente.

  La dureza del suelo impide que se puedan clavar las estacas (los vientos se atan a las pircas) por lo que se puede optar por no llevarlas y ahorrar algo de peso.

Piedra Grande

Campamentos/servicios 

  Los campamentos son todos de tipo “Libre” sin servicio alguno. En todos ellos se puede encontrar agua (aunque ya explicamos las dificultades para conseguirla en algunos sitios). En el salto, a partir de este año, existe una carpa-refugio que ofrece algunos servicios. También a partir de este año el porteo se puede realizar con mulas (aprox $80 hasta El Salto, cargando tres mochilas).

Cerca de las pistas existen un par de refugios que rondan los $5. Tanto en Potrerillos como en las aldeas cercanas existen campings con servicios.

En la terminal de la ciudad de Mendoza se puede conseguir ducha ($3, con jabón y toalla) y se puede comer por poca plata.

Distancias Aproximadas

  • Mendoza - Potrerillos.  70 Km

  • Potrerillos - El Salto. 6 Km

  • Potrerillos - Las Vegas. 12 Km

  • Potrerillos - Vallecitos. 22 Km

  • Vallecitos - Pistas de Ski. 2Km

  • Pistas - Las Veguitas.  1 1/2 Hs

  • Las Veguitas - Piedra Grande. 2Hs

  • Piedra Grande - El Salto. 4Hs

  • El Salto - La Hoyada. 1 1/2 Hs

  • El Salto -2º Portezuelo. 5Hs

Las Veguitas

Como llegar

  Desde la ciudad de Mendoza (que cada uno llegue como pueda) hay dos servicios que llegan hasta Potrerillos: TAC (línea 200) y Uspallata.

  El servicio de TAC que sale 8: 25 hs llega hasta Las Vegas, éste es el que más se “acerca” a Vallecitos. Desde la parada de colectivo se puede optar por caminar (y hacer dedo...el camino es largo) o contratar un servicio que ronda los $30/$40 hasta la pista de Ski.

  Los más afortunados pueden optar por tomar una combi directamente de Mendoza hasta las pistas de Ski.

  Más allá de las pistas ya no quedan más recursos que ir caminando, el tiempo “estimado” es de 2hs.


Cº Stephanek

Agradecimientos

Debemos agradecerle a Gabriel  el haber propuesto este viaje, y el haber compartido tantas risas con nosotros.

  Al Team Torlaschi (Rose & Floren) las bolsas de dormir que evitaron un prematuro congelamiento.

  A Bárbara Seidl por todas las cosas que nos prestó.

  Y a todos los Andinautas, tanto por los buenos augurios como por las felicitaciones recibidas.


El Salto

1] Ver “datos útiles”

[2] Ver mapa. El punto negro marca el lugar dónde se debe bajar.

[3] De aquí en más las distancias serán medidas según las horas empleadas en recorrerlas.

[4] Tener en cuenta la fecha en que viajamos

[5] ver “equipamiento”

[6] Creemos que es preferible intentar el Frankes desde Piedra Grande, o desde El Salto, ya que las distancias son menores

[7] sugerencia: llevar, si queda lugar, un bidón grande para cargar agua

[8] La experiencia a contar es la vivida por nosotros, ya que a este grupo lo conocimos el día anterior y no podríamos nunca escribir a su nombre


Cº El Plata